Quien diga que soy ateo que no creo en lo perfecto, que yo siempre en todo veo algún mínimo defecto. Está muy equivocado, porque yo no creo en Dios, pero soy el portavoz de un ser humano criado, en la calle, en la pobreza, tiempos de corazón sano, poca comida en la mesa, otra cabeza y los abuelos de Lugano. En su escala de valores él pone siempre primero sobre todo la importancia de un corazón entero. Bien parado o en la lona hay que ser buena persona, dice aquel que a mí me guía noche a noche y día a día, noche a noche y día a día. Quien diga que soy ateo está muy equivocado. Como ya les he contado hay alguien en quien yo creo, suerte de mitología humana se hace presente ante a mi, y en eso, así como así, embellece mis mañanas. Gracias al que nació en un conventillo, al que creció en un potrero, y si creen que exagero, conózcanlo, pero antes sáquense el sombrero. En su escala de valores él pone siempre primero sobre todo la importancia de un corazón entero. Bien parado o en la lona hay que ser buena persona, dice aquel que a mí me guía noche a noche y dia a dia. A él la vida le dio todo y él le devolvió el doble, de movida ofrece el codo y un corazón puro y noble. Lo juro por mi pellejo...